Argentina, en el primer lugar
Según un informe de la OEA, el país tiene el índice más alto de robos de América. La inseguridad es, desde hace años, una permanente preocupación de los argentinos.
Desde el Gobierno se hizo siempre referencia a la dicotomía entre “sensación colectiva” y realidad. En esa visión se daba por establecido que la delincuencia no pasaba de niveles normales.
Sin embargo, los datos duros parecen contrarrestar esa caracterización oficial de la falta de seguridad como un problema de comunicación de políticas públicas.
De hecho, la Argentina tiene la tasa de robos más alta de América , según un informe del Observatorio Hemisférico de la Organización de los Estados Americanos (OEA), que revela que el índice duplica la tasa promedio evaluada en 28 países americanos.
El informe de la OEA, de julio de este año, es confeccionado a partir de las estadísticas enviadas por cada país a ese organismo, y puso en evidencia la fuerte incidencia del delito en la Argentina.
Así, la tasa de robos fue de 973 cada 100.000 habitantes, cuando el promedio en el continente es de 456 cada 100.000 habitantes.
La comparación establece que los robos en la Argentina son mucho más frecuentes que en Brasil (415 cada 100.000 habitantes), Chile (542) y Uruguay (410). Incluso es mucho menor la tasa en Estados Unidos (123).
La secuencia de comparación efectuada por el Observatorio de Seguridad Hemisférica de la OEA permite visualizar que la relación del delito con la Argentina no depende de un gobierno, pero que tampoco hubo Poder Ejecutivo en la última década capaz de reducir esas altas tasas de delito en nuestro país.
Desde 2000, la Argentina es el país con más robos en América, proporcionalmente. Tuvo picos durante 2002 y 2003 -tras la crisis de fines de 2001-, con tasas de 1253 y 1146 robos cada 100.000 habitantes, respectivamente, pero la disminución fue apenas perceptible en la estadística. Menos se percibió en la sensación callejera, que dio cuenta del crecimiento del delito mucho antes de que los funcionarios del momento empezaran a tomar en serio el problema.
El documento de trabajo del instituto especializado en seguridad de la OEA tomó como punto de partida la información remitida por cada país de la región. La mayoría de las naciones americanas completó sus estadísticas de 2010, pero en el caso argentino el organismo internacional tuvo que utilizar las de 2008, las últimas informadas oficialmente por el Gobierno.
Las informaciones extraoficiales del Ministerio de Seguridad afirman que en el último año bajó la cantidad de robos. Sus funcionarios afirman que esa disminución fue drástica en la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, en las propias oficinas en las que se analizan los mapas de delito porteño se indicaron niveles considerablemente más altos que los conocidos a través de la crónica de los medios de información masivos.
En sus intervenciones públicas, cuando hablan de delitos y hacen comparaciones con las estadísticas regionales, las autoridades argentinas hablan de las tasas de homicidios, que ubican a la Argentina entre los países con menor tasa de hechos. Lo cierto es que incluso el Ministerio de Salud de la Nación puso en duda la fiabilidad de las cifras oficiales de homicidios dolosos.
En la muestra de la OEA la Argentina aparece con una tasa de homicidios de 5,5 cada 100.000 habitantes. Sólo tres países de América tienen tasas menores.
Canadá aparece como el país con mejor tasa de homicidios, con 1,5 cada 100.000 habitantes, mientras que Chile informó de 3,5 homicidios intencionales cada 100.000 habitantes, y Estados Unidos comunicó una tasa de 4,6 cada 100.000 habitantes.
En este rubro, en el que el Gobierno estima que puede transmitir cierta tranquilidad frente a los reclamos por la inseguridad, los datos enviados son de 2010.
El promedio en la tasa de homicidios continental es de 15,6 cada 100.000 habitantes. Los mayores niveles se dan en Honduras (tasa de 91,6) y El Salvador (69,2); en Brasil la tasa alcanza a 21 asesinatos cada 100.000 personas, y en Colombia, 37,7 cada 100.000 habitantes.
Lo cierto es que la información argentina sobre homicidios tiene algunas discrepancias que quedan en evidencia en la comparación realizada por la OEA. Es que el segmento de “homicidios de intención no determinada” tiene particularidades que no se encuentran en otros países. Ése fue el rubro cuestionado por el Ministerio de Salud, en un documento en el que se mencionó la subestimación estadística de los homicidios, tal como publicó LA NACION el 5 de septiembre pasado.
La mayoría de los países americanos informó muertes violentas de origen externo, en las que no queda en claro si se trató de un homicidio o de un suicidio, en una proporción no superior al 15% con relación con los casos caratulados como homicidios. Estados Unidos superó ese promedio al establecer un número de casos que significaría un 25% más de homicidios, mientras que Guatemala y Venezuela elevarían un 90% su cifra de asesinatos si tomaran en cuenta ese casillero estadístico. Sólo en la estadística argentina la cantidad de muertes violentas por eventos no determinados supera a los homicidios dolosos.
En el caso argentino, los homicidios intencionales informados por el sistema de salud a la OEA fueron 1780 en 2009, mientras que las muertes por agresión externa de causa no conocida fueron 2689.
Otra comparación en el mismo informe de la OEA llama la atención. Si bien en ningún país coinciden las cifras de homicidios informados por las policías con los notificados por el sistema sanitario, en el caso argentino se da la particularidad de que el sistema de seguridad informó una mayor cantidad de homicidios intencionales. En el resto del continente la situación siempre es a la inversa.
Aunque aquí las estadísticas parecen quebradas a fuerza de manipulación, los pocos datos que se conocen revelan que los argentinos son las mayores presas de los delincuentes en toda América.